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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Expo // Territorios fronterizos. La fotografía más allá de la imagen

Entre la realidad y la ficción: los difusos límites de la fotografía

Lugar: Matucana 100 (Santiago) hasta el 18 de enero de 2015.

En 1820 la fotografía apareció para registrar la realidad, hoy el arte le ha dado nuevas posibilidades.

por Denisse Espinoza - 19/11/2014 - 08:44



















Hubo una época en que la fotografía era prueba de la realidad. Si algo aparecía en una imagen, inmediatamente ese algo se volvía irrefutable: constatación comprobable de lo real. Sin embargo, con la aparición de la fotografía en 1820 surgió también la mirada fotográfica. El hecho objetivo de disparar el obturador de una cámara se volvió subjetivo, en la medida en que el autor de la imagen se permitió más dosis de experimentación. Ya no sólo importaba el registro de la realidad concreta, sino también la interpretación de ella. Con los años, incluso, surgió el escepticismo, y fotos emblemáticas de la historia como Muerte de un miliciano, tomada por Robert Capa durante la Guerra Civil Española o Alzando la bandera de Iwo Jima, que le significó ganar el Premio Pulitzer al fotógrafo Joe Rosenthal, han sido cuestionadas en su autenticidad.

Claro que si en el género documental la fotografía ha sido puesta en entredicho cada vez con mayor frecuencia, en el arte ha ido ganando terreno con éxito. Desde las últimas cuatro décadas, la fotografía se ha vuelto una herramienta primordial para cuestionar la realidad; sobre todo ahora, con la aparición de la fotografía digital, los cruces entre realidad y ficción están en la primera línea de las artes visuales.
En 2013, la teórica del arte Nathalie Goffard publicó el libro Imágenes criollas, en el que analiza estas prácticas visuales, las que ahora cobran vida en la exposición Territorios fronterizos, que se abre hoy en Matucana 100. La muestra reúne obras de 30 artistas locales que en estos últimos 10 años han utilizado la fotografía para darle una vuelta de tuerca a la realidad.

Dividida en seis apartados, la exposición se inicia por el enfoque más evidente: los distintos cruces entre fotografía, pintura y video. Destaca la obra de Cecilia Avendaño (1980), quien lleva al extremo la manipulación digital, mezclando rasgos de distintas personas para crear híbridos y andróginos retratos humanos. Felipe Baeza (1982), en cambio, cruza cine, pintura e imagen fija al trasladar a la fotografía el cuadro La joven de la perla de Johannes Vermeer: a medida de que los segundos pasan, la joven retratada va girando hacia el espectador, como si estuviera presente.
También se aborda el vínculo social de la foto con la obra, por ejemplo, de Pepe Guzmán (1971), quien se dedicó a escanear los rostros de transeúntes del centro de Santiago, los que adquieren un inquietante hiperrealismo pictórico, o el experimento documental de Cristian Maturana (1979): durante cuatro años buscó a todos los hombres en Chile que llevaran su nombre y los retrató. A su vez, Francisca Montes (1979) exhibe panorámicas aéreas del Cementerio General que, a simple vista, parecen pinturas abstractas.

rtado Cultura y Simulacro, están las fotos que Leonardo Portus (1969) realiza de edificios modernos que no existen. Se trata de maquetas que al ser fotografiadas pierden su escala y engañan al ojo humano. En la misma línea de “simulación” está la obra de Inés Molina (1982): ella presenta retratos de encapuchados finamente retratados. “En lugar de registrarlos haciendo desmanes, ella los fotografió en estudios bajo una iluminación que se conoce como efecto Rembrandt, por el tipo de luz usada por ese pintor, lo que le da otra connotación a los retratados”, explica la curadora. “El simulacro en la foto tiene mucho que ver con la época en la que vivimos, donde estamos bombardeados por imágenes que no sabemos si son reales o no”. La idea se hace más explícita en la obra de Nicolás Rupcich (1981): en un salita oscura se proyecta el video de seis cámaras fotográficas en círculo que disparan sus flashes sin cesar y crean una absurda escena de registro en vivo.

Usos fotográficos

Si bien desde hace años la fotografía ha sido permeada por otras artes, en la última década ha logrado real protagonismo. “En los 80 en Chile, la fotografía estaba condicionada por el contexto político. Por un lado los fotógrafos tenían la misión de denunciar, mientras que los artistas de la Escena de Avanzada usaban la cámara para registrar sus performances. A partir del 2000 esta relación se transforma y la realidad se pone al servicio de la fotografía y no al revés”, señala la curadora.
La muestra explora el vínculo entre fotografía y escultura con el trabajo de Francisca Sánchez (1975), quien dota a sus imágenes bidimensionales de volumen con una técnica artesanal, o el trabajo de camuflaje y diseño que hace Carolina Ruff (1973), autora de trajes a partir de fotos de paisajes, los que luego viste para mimetizarse en la escena.

El sarcasmo aparece en las obras de Patrick Hamilton (1974) en torno a la ciudad: el artista toma fotos de icónicos edificios contemporáneos como el Costanera Center y los recubre, digitalmente, con un falso mármol, estrategia que funciona como sátira al sistema neoliberal. En tanto, los videos de Gianfranco Foschino (1983) desafían la capacidad de observación del espectador. El realizador filma edificios de departamentos en Beijing: al principio el espectador verá todo estático, pero si se detiene a contemplar un rato, verá pequeños movimientos de personas, ventanas que se abren, o el viento que mece la ropa tendida en los balcones, detalles que delatarán que la fotografía es en realidad una imagen en movimiento. Nada es lo que parece.

Fuente: latercera.cl

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