Por: Derex Mead/ 7 apr 2014
Hasta su demolición en 1994, la ciudad amurallada de Kowloon seguía
siendo uno de los lugares más extraños de la tierra. Durante el apogeo
de la ciudad, en la década de 1980, cerca de 33.000 personas vivían
hacinadas en unas 2,6 hectáreas de terreno cercado, en lo que antiguamente era una base militar.
La hazaña de meter a tanta gente en un espacio tan reducido se resolvió
levantando una ciudad en vertical, un tugurio increíblemente denso que
se elevaba hacia el cielo.
En cualquier caso, en esta ciudad sin ley se daban las peores
condiciones de vida, no solo por el terrible hacinamiento en el que sus
habitantes se veían obligados a vivir, sino también por el legado del control de la Tríada. Según un artículo del South China Morning Post publicado
en 1995 y en el que se promocionaba la construcción de un parque de 61
millones de dólares en sustitución del barrio, en la ciudad amurallada
de Kowloon reinaban "la miseria y la anarquía" hasta el mismo día de su
demolición.
"La ciudad amurallada —la única parte de Hong Kong que el gobierno
imperial de China se negó a ceder a los británicos— se hizo popular por
sus prostitutas, sus antros de tráfico de opio y sus dentistas
clandestinos", relata el periodista John Flint, del SCMP, en su alabo a esta ciudad. Flint afirma que el Gobernador de Hong Kong, Chris Patten, "aplaudió la 'fantástica transformación'" del tugurio.
¿Qué otra cosa podría decirse? No cabe esperar algo distinto cuando
amontonas a miles de personas en un área de las dimensiones de un bloque
de edificios, sin las infraestructuras apropiadas. Con todo, la
fascinación por esta ciudad sigue viva, especialmente en internet.
Ello se debe, probablemente, a que en Kowloon confluyen todos los elementos de éxito en la red: superlativos (¡la ciudad más poblada
de la tierra!), una historia muy extraña y susceptible de ser carne de
blog, China, el espíritu de la contradicción y su imagen distópica del
universo ciberpunk que tanto nos atrae. Para algunos, la ciudad ha
pasado de ser uno de los peores tugurios del mundo a convertirse en "la utopía pirata de los tiempos modernos".
La fascinación por esa dicotomía de la ciudad como símbolo de pobreza
fruto de artimañas políticas y como escaparate de curiosidades de
internet se refleja en el nuevo documental del Wall Street Journal sobre Kowloon. Ian Lambot y Greg Girard colaboraron en la creación del texto y las fotografías de City of Darkness: Life In Kowloon Walled City,
cuya publicación coincidió con la desaparición de la ciudad,
convirtiéndose en el documento que mejor refleja la vida en Kowloon.
La ciudad nació de las largas rencillas existentes entre los gobiernos de Gran Bretaña y China. Surgió a raíz de un acuerdo, firmado en 1898,
según el cual se cedía Hong Kong a los británicos durante 99 años. La
ciudad amurallada quedaba excluida del acuerdo. Las autoridades de Hong
Kong intentaron derribar gran parte del puesto de avanzada militar que
allí se construyó en la década de 1930, lo que supuso la práctica
desaparición de la ya reducida población de la ciudad. Durante la
Segunda Guerra Mundial, Japón continuó con las demoliciones.
Tras la rendición del país nipón, China se reafirmó en su reivindicación,
provocando la primera oleada de ocupas en la ciudad, que pronto pasó a
ser una verdadera marea con la llegada del comunismo de Mao Tse-Tung. En
un ensayo de Julia Wilkinson en City of Darkness,
se relata cómo estos acontecimientos, unidos a la incapacidad de Gran
Bretaña de controlar la ciudad amurallada, generaron un estado casi
total de anarquía en Kowloon; a raíz de un juicio por asesinato en 1959,
se atribuyó la jurisdicción de la ciudad a Hong Kong, pero por aquel
entonces, tal como apunta el documental Journal, la ciudad amurallada ya se había atrincherado.
El resultado: una ciudad-estado tremendamente aislada y desvencijada. A
través de los objetivos de Lambot y Girard, quienes en breve publicarán
una secuela en formato libro titulado City of Darkness Revisited, el documental nos muestra el doble filo del aislamiento.
La semana pasada, el arquitecto de Hong Kong Aaron Tan retrató esta
visión de Kowloon en la CNN. "Quedé fascinado. Era como una máquina que
funcionaba muy bien. La derrumbación fue como desmontar la máquina,
permitiéndonos ver qué había dentro", afirma. "Para mí, fue una lección
de humildad. Conocer esta ciudad nos sirvió para ver que había gente más
inteligente que nosotros, los arquitectos, que conocían formas de
resolver problemas que están fuera del ámbito académico".
Esa ingenuidad, al mismo tiempo, era fruto del aislamiento de la
ciudad. Casi no existían servicios públicos como los de saneamiento, de
seguridad y de prevención de la delincuencia, y los pocos que había se
limitaban solo al ámbito de Kowloon. La heroína y la prostitución
estaban a la orden del día y los ciudadanos estaban prácticamente
abandonados a su suerte.
Las mismas condiciones que permitieron a la ciudad crecer como una masa
orgánica sin parangón representaron también su problema principal, que
se ha ido diluyendo con la canonización de la historia de la ciudad: el
aislamiento político, físico y económico de la ciudad dejó a sus
habitantes atrapados entre sus muros. Y el problema permaneció con los
ciudadanos hasta el final. "La gente que no podía pagarse la heroína,
moría", explicaba al Journal un antiguo residente. "Sus familiares se limitaban a trasladar los cadáveres a sus dormitorios".
La ciudad amurallada de Kowloon sigue atrayendo a mucha gente por esos
mismos problemas, esos males que representan una poderosa fuente de
inspiración para la creación de historias de ficción sobre el futuro. Un
suburbio anónimo no resulta memorable ni un escenario ideal para una
trama. Incluso los antros descritos en las mejores novelas ciberpunk
palidecen frente a la realidad de la ciudad amurallada. Kowloon, además,
constituye la prueba de que los futuros distópicos que tanto hemos
imaginado ya existen.
Por: Derek Mead
abr 7 2014
Fuente: VICE.COM
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